Illescas: Puerta Grande para el sello de Ortega, la verdad de Adrián y la pureza de Talavante

El cielo se rompió a pedazos cuando el público comenzaba a llenar la primera de la Feria del Milagro de Illescas. Bendita cubierta, patrona de los caprichos del tiempo. Gracias a ella, pudimos deleitarnos de una obra faraónica de Juan Ortega, completa de principio a fin de arte, inspiración y torería. Todo en su justa medida, claro, pero cuando se torea así solo queda decir: amén. A las dos orejas de Juan Ortega se sumaron las Puertas Grandes de Alejandro Talavante y Fernando Adrián. Este último firmó una faena de compromiso, poder y verdad que puso a todos de acuerdo; y el extremeño no se dejó ganar la pelea, metiéndose en los terrenos del toro para buscar el triunfo. Sin suerte, esta vez, Manzanares que sorteó el lote más anodino.

La poca cara del cuarto, ya con el hierro de Daniel Ruiz, restó seriedad al conjunto. Juan Ortega le enjaretó un ramillete de verónicas de mucho sabor. A dos manos y por alto comenzó la faena del sevillano, preludio de lo que podría venir. Y vaya si vino. Un deleite de toreo suave e inspirado que hizo temblar el misterio. Hay un cambio de mano que todavía no ha terminado… una obra que basó su genialidad en la mano izquierda y que tuvo en los remates imaginación y gracia torera. El toro tuvo una nobleza exquisita y un temple que se redujo aún más en la muleta de Ortega. Media fue suficiente para qué más. ¿El premio? Haberlo visto. Las dos orejas, solo son para la estadística.

Alejandro Talavante salió comprometido para triunfar con el sexto, un ejemplar que tuvo movilidad durante los primeros tercios. El inicio del trasteo, rodilla en tierra, tuvo profundidad y empaque en unos doblones de categoría. Se sintió cómodo y muy agusto siempre en los terrenos del toro, donde lo llevó y lo trajo a su antojo, rematando con varios circulares y un arrimón final. Cerró por manoletinas ceñidas y mató de una certera estocada que le valió las dos orejas y aseguró la Puerta Grande.

Fernando Adrián recibió al tercero con dos faroles de rodillas que hicieron despertar al tendido del letargo. Después, se echó el capote a la espalda para firmar un quite por saltilleras donde el de Luis Algarra se quedó corto y le desarmó. Volvió a la cara del toro, de nuevo capote a la espalda para cerrar un valeroso quite. Se echó de rodillas también con la muleta para comenzar la faena con varios cambiados por la espalda. Cuando se está así de entregado y se pisa ese sitio es muy difícil que no embistan los toros o, al menos, que no le sirvan. Por el derecho le llevó largo y cosido a la franela; por el izquierdo, más descompuesto y de embestida corta, metiéndolo en el canasto. La estocada cayó un punto caída y fue fulminante. Dos orejas.

La segunda parte de la corrida tuvo más hondura y seriedad. El séptimo de Daniel Ruiz salió con pies y tuvo más teclas. Fernando Adrián se puso en el mismo sitio, con la misma verdad, pero esta vez tuvo que tirar de recursos para llegar al tendido. Si no embiste el toro, tiene que embestir uno mismo. Así fue como entró sin miramientos en los terrenos del toro con sucesivos pases cambiados y un cierre por bernadinas de gran ajuste. Un pinchazo, aviso incluido, previo a una gran estocada dejó el premio en una ovación tras aviso.

Más terciado y fino de cara fue el segundo, que salió suelto del capote de Alejandro Talavante. Se dobló en los medios para fijarlo y rematar con una suave media. También entró en un quite por chicuelinas. Una tanda duró el de Algarra, cuando el extremeño le ralentizó sobre la mano izquierda. Después, claudicó. Un pinchazo hondo en buen sitio fue suficiente para pasaportarlo. Silencio.

El primero, de finas hechuras y con cuello, de Luis Algarra, se desplazó con buen aire en el capote. Tuvo nobleza y, ya mediada la faena, salió el buen fondo del castaño que rompió a embestir por abajo con buen tranco sobre el pitón derecho. Pero todo quedó ahí, Manzanares cambió de mano y aquello ya no volvió a ser lo mismo. Media estocada suelta y ovación tras petición de oreja.

El quinto ejemplar de la tarde, del hierro de Daniel Ruiz, manseó desde su salida de chiqueros, lo que dejó prácticamente sin opciones a José María Manzanares tanto en el capote como en la faena de muleta. Lo mejor de toda la actuación fue la estocada, eficaz ante la adversidad. Ovación.

El octavo de Luis Algarra claudicó en el primer tercio y fue devuelto, así que salió el octavo bis de Daniel Ruiz, que también blandeó durante los primeros tercios. No tuvo repercusión en el tendido la faena de Juan Ortega a pesar de la suavidad con la que trató al ejemplar durante todo el trasteo. Silencio.

LA FICHA

Plaza de toros de Illescas, Toledo. Primer festejo de la Feria del Milagro 2025. Lleno. Toros de Luis Algarra (1º, 2º, 3º y 8º) y Daniel Ruiz (4º, 5º, 6º y 7º), variados en sus hechuras y de juego dispar, destacando al tercero, de Luis Algarra, y cuarto y sexto, de Daniel Ruiz, que tuvieron mayores cualidades que sus hermanos.

• JOSÉ MARÍA MANZANARES, ovación en ambos.

• ALEJANDRO TALAVANTE, silencio y dos orejas.

• FERNANDO ADRIÁN, dos orejas y ovación tras aviso.

• JUAN ORTEGA, dos orejas y silencio.

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