Almendralejo: Apoteosis en el renacer de Morante de la Puebla

Morante de la PueblaEmilio de Justo y Borja Jiménez salían por la Puerta Grande al filo de las ocho y veinte después de una tarde apoteósica donde los sentimientos brotaron a flor de piel. Del éxtasis a la bronca, de la emoción al triunfo, de la nobleza a la bravura. Una tarde donde se colgó el ‘No hay billetes’ y la expectación desbordó las previsiones.

Aunque parezca que la vuelta de Morante lleva el viento a favor, no es así. Para el recuerdo, una faena al primero con el que se reencontró con el toreo y con el triunfo, que no es poco pero en cuanto las cosas se torcieron en el cuarto, el público arremetió con desconcertante fiereza, incluso en la salida en hombros. Emilio de Justo tuvo la honradez de lucir al bravo quinto de Juan Pedro pero sin regodearse en una exagerada petición de indulto. Y Borja Jiménez tuvo la mente preclara para cuajar al nada fácil sexto. Una tarde donde vimos tres tauromaquias distintas y complementarias que engrandecen al toreo.

“Qué siete meses más largos, Morante”, gritó un aficionado desde el tendido cuando vio llegar a al sevillano, por fin, a un patio de cuadrillas vestido de luces. La ovación se extendió al romper el paseíllo, cuando la plaza de Almendralejo se puso en pie para recibirle. A pies juntos recibió al jabonero primero de Juan Pedro que echaba las manos por delante, para encajarse después con verónicas de mano alta. A dos manos empezó la faena de muleta, siempre a favor del toro. Morante miraba al tendido buscando su aprobación. Pero cuando volvía a la cara del toro, la felicidad era plena. Naturales a pies juntos. Arrebato y pasión. Mató de una estocada fulminante sin puntilla, explotó Morante, que puso rodilla en tierra para ver caer al de Juan Pedro. La vuelta al ruedo para pasear las dos orejas fue de las de época, despacio, recogiendo el cariño del público. Morante está de vuelta.

Acortó en banderillas el cuarto, que puso en aprietos a un sensacional Curro Javier, siempre comprometido. Morante salió con la espada de matar, se dobló con el toro, lo lidió sobre las piernas y se acabó. Lo que al comienzo eran parabienes por parte del público se tornó en una bronca. Sí, ha vuelto Morante.

Y como en una catarsis de emociones, mientras todavía duraba la bronca, Emilio de Justo cruzó la plaza para irse a porta gayola. Un farol ajustadísimo fue el recibo de una serie de delantales con los que se entregó la plaza. Después, un quite por chicuelinas. Pronto y en la mano comenzó De Justo, dando distancia al toro, con categoría y desmayo. Los de pecho hasta la hombrera contraria fueron monumentales. El colorado Correoso-102 embistió por abajo, repitiendo con codicia. Un gran toro. Tanto es así que hubo sones de indulto pero Emilio de Justo, en un acto de honradez absoluta, se fue tras la espada y dejó un pinchazo arriba. Quizá se precipitó con el descabello que se llevó un premio gordo. El presidente tardó en sacar el pañuelo azul y el pañuelo blanco, las mulillas se fueron con el toro sin su premio… y el toro tuvo que volver al ruedo en un acto inaudito.

El segundo salió suelto, pero Emilio de Justo no perdió la fe. Después de esperarlo, lo buscó para ir pegando verónicas hasta los medios. El de Juan Pedro repitió una y otra vez, y las verónicas se convirtieron en chicuelinas con las que llegó hasta el extremo contrario del ruedo, donde remató con una serpentina. De punta a punta pegando lances, impresionante. El extremeño firmó una faena de entrega, trazo largo y ajuste al noble astado que cupo en suerte. Después de unas manoletinas, pinchó al primer encuentro antes de dejar una buena estocada. Oreja.

El sexto, el de más cuajo del encierro, salió suelto de los capotes y tuvo que ser picado por el picador que hacía guardia. La cosa se puso complicada en banderillas, Borja Jiménez tuvo una papeleta para resolver. Ahí se ve la dimensión de los toreros. Hubo dominio absoluto en el inicio por abajo que convenció al toro. Y vaya cómo fue. Las cosas de la bravura, sacó todas las virtudes que no se le habían apreciado: fijeza, prontitud, humillación. Qué bárbaro. Borja Jiménez tiene un látigo en la muleta que convence y vence. También jugó con los terrenos para que el toro diese hasta la última embestida que llevaba dentro. Una mente preclara para el triunfo. La estocada, que cayó desprendida, tuvo un efecto letal. Dos orejas.

Borja Jiménez, que entró en el cartel en sustitución de José María Manzanares, brindó el tercero a Morante. Con el brazo puesto sobre la barrera, recordando a Luis Miguel, recibió por alto al castaño y pronto se apretó con el de Juan Pedro sobre la mano derecha. A pesar de que soltaba la cara en la primera parte de la faena, Borja Jiménez tuvo la virtud de llevarlo largo sin ningún engancho. Después, sobre la mano izquierda, cuajó tandas de naturales soberbios, largos y con gran ajuste. La espada se fue abajo y el presidente otorgó un trofeo que el público pidió con insistencia.

LA FICHA

Plaza de toros de Almendralejo, Badajoz. Primer festejo de feria. Lleno de ‘No hay billetes’. Toros de Juan Pedro Domecq, de buenas hechuras, nobles en líneas generales, excepto el cuarto. Destacó el bravo quinto, de nombre ‘Correoso’, Nº 102, premiado con la vuelta al ruedo, y el codicioso sexto aunque de menos duración.

• MORANTE DE LA PUEBLA, dos orejas y bronca

• EMILIO DE JUSTO, oreja y oreja

 BORJA JIMÉNEZ, oreja y dos orejas

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