La corrida de toros de Flor de Jara que lidió en Sotillo de la Adrada fue para ponerla un piso en la Gran Vía. Seria y con romana, una belleza de encierro que destiló los mejores aromas de Buendía que, por la vía de Bucaré, adquirió Carlos Aragón Cancela para llevárselos a los duros terrenos del Zahurdón en la taurina y madrileña Colmenar que con tanto tino escribió para la historia aquel maestro de las letras y el toro que fue don Luis Fernández Salcedo.
Cinco de seis porque el quinto, una tacazo, fue devuelto porque pareció descordado y no hubo paciencia para esperarlo. O sea que 100% de efectividad. Difícil en tiempos de encierros desiguales y ayunos de esa clase del toro de santacoloma cuando embiste despacio, humillado y profundo.
Toros aparte, a la tarde la faltó apostar de verdad. Ni las espadas estuvieron afiladas, ni los espadas atinados. Hubo un espejismo en el primero de precioso nombre, Perlas Negras-28, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre porque fue de vacas. De embestida larga y templado, siempre con el hocico por el suelo. Qué barbaridad. Jairo Miguel toreó natural y relajado, acompasando la noble embestida pero faltó ese no sé qué, que qué sé yo para poner aquello patas abajo. La espada, otras tantas veces infalible en el extremeño, se fue a los blandos.
El cuarto fue de una calidad exquisita. Sus hechuras le delataban. Cárdeno claro, hocico de rata, vuelto de pitones. Pura seriedad, con aires del otro lado del charco. Cierto que quiso rajarse pero después de cientoyunmil por aquí y por allí. Y Pies de Oso-15 cobró cara su vida. El puntillero erró en varias ocasiones, el toro se levantó otras tantas e incluso le tomó la medida al de plata, poniéndole en aprietos hasta el último aliento de su vida. Fue ovacionado en el arrastre.
Lo que no se puede presenciar es el indigno espectáculo que se vivió cuando se devolvió al quinto. En lugar de probar a meterlo en el chiquero, directamente lo intentaron apuntillar en el ruedo. Un toro con toda la barba y sus dos puntas. Denigrante para el toro. Insultante para el espectador. Esta imagen sí hace daño a la fiesta. Varias personas incluso abandonaron la plaza en el tendido de sol, espantados por el nefasto momento. Al fin, José Otero, que sufrió una aparatosa voltereta en el segundo, impuso la cordura y lo llevó hasta el chiquero donde entró sin mayor complicación. En su lugar salió un astifino castaño de Quintas, al que le faltó fuerza pero se movió aunque sin calidad. Miguel Tendero cortó una oreja por la única estocada decente de la tarde. Con el segundo, que bajó con respecto a la presentación del conjunto, anduvo con excesivas precauciones.
Cerró el cartel Manuel Perera que cortó una oreja al sexto, otro toro importante por su transmisión, al que mató de estocada pescuecera. El tercero fue un cárdeno claro de gran presencia. Tardó en verlo después de que hizo hilo en los capotes, pero le pegó muletazos aunque faltó ajuste y quietud.
Vivimos tiempos en los que hay que cuidar el espectáculo. Una corrida a plaza llena no se puede desaprovechar para cultivar la afición. Los toros de Flor de Jara en cualquier otra plaza de mayor categoría dejaron embestidas para hacerse rico.
LA FICHA
Plaza de toros de Sotillo de la Adrada (Ávila). Segunda de feria. Lleno en los tendidos. Cinco toros de Flor de Jara y uno de Quintas, quinto bis, el primero, Perlas Negras-28 fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre
Jairo Miguel, azul purisima y oro, palmas y pitos tras dos avisos
Miguel Tendero, blanco y oro, silencio tras aviso y oreja
Manuel Perera, azul cielo y oro, silencio y oreja
Saludaron tras parear el segundo, José Otero, y El Ruso, tras hacerlo al quinto
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