“Los seres sensibles, ya lo avisamos, no siempre son los seres más sensatos”. Esta afirmación de José Miguel Gala en su libro Aunque me cueste la vida es la definición perfecta de un torero que, hasta ahora, no había sido contado como merece: Luis Segura.
Luis Segura fue un torero de culto, con un inconfundible aroma a torero castizo, que impactó por sus formas desde su presentación con caballos en Madrid donde hizo la mejor faena de su vida como novillero en 1957. La historia se repite, la de tantos toreros que tuvieron su tarde de mayor lucidez demasiado temprano y, después, no consiguieron devolver las expectativas tan altas que había puestas en ellos.
“Quiero patentar un toreo entre rondeño y sevillano”, decía la mayor esperanza del escalafón en la revista El Ruedo, pero su sueño navegaba entre la esperanza de encontrar a aquel Luis Segura que deslumbró en Madrid, la plaza donde consiguió mayores éxitos.
Luis Segura, Manolo Escudero y Luis Alfonso Garcés tejen un hilo del toreo castizo que, junto a Antoñete y Ángel Teruel, se basa en el clasicismo más puro, el deleite de la estética pero con el mando de una muleta poderosa. Tres toreros que recuerdan todos sus coetáneos pero sus carreras fluctuaron ostensiblemente. La de Luis Segura navegó hasta el último día en la ilusión de volver a triunfar en Madrid.
Como decíamos, los seres sensibles no siempre son los más sensatos. El libro de José Miguel Gala recuerda un momento que está olvidado en la historia del torero… y de Madrid. Mucho se habla del toro que mató Fortuna en la Gran Vía pero pocos se acuerda de que Luis Segura protagonizó un momento esperpéntico. Corría el mes de marzo de 1973 cuando un novillo se escapó en plena Plaza de España por donde paseaba Segura que lo toreó y dio muerte. Lo que pocos imaginaban es que se iba a descubrir que todo fue un complot de Luis Segura y su hermano, Everildo, para volver a poner de actualidad al torero del barrio de Usera. La rocambolesca historia y su triste final están perfectamente relatados en el libro.
Y sin esperarlo, Luis Segura murió en el ruedo con apenas 36 años. Un infarto fulminante en un festejo menor celebrado en Valdemorillo en febrero de 1975 terminó con esa ilusión con la que dos décadas antes comenzaba a despertar la esperanza en los aficionados madrileños. Cincuenta años después, por fin, un libro devuelve a la actualidad a uno de esos grandes toreros que no consiguieron alcanzar la cima del toreo pero que derramó su esencia de buen torero.
José Miguel Gala hace un exhaustivo recorrido por la vida taurina de Luis Segura, con un excelente trabajo bibliográfico. Aunque me cueste la vida cubre una deuda histórica del toreo con uno de esos magníficos personajes que han dado su vida por el único sueño de vestirse de luces. Gloria a Luis Segura. Gloria a los toreros eternos.
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Un libro que salda una deuda histórica con Luis Segura