¡Ey, chavalería! Una imagen nos impactó a nuestra llegada a Cenicientos el 15 de agosto: había tantos coches aparcados para asistir a la corrida de toros de Dolores Aguirre que tapaban incluso el cartel de entrada al pueblo. El aforo de la plaza triplica al de habitantes. ¿Los toros interesan cuando se hacen las cosas pensando en el aficionado? ¡Claro! Cenicientos, toro, peñas.
El festejo nos dejó muchas preguntas. El debate está servido. ¿Torismo de pitones? ¿Un toro fuera de tipo? ¿O un toro serio e íntegro? Albero Lamelas, triunfador de 2018, cortó una oreja del primero, el toro de mejores hechuras del encierro y, a la postre, el mejor del encierro. Pero el jienense también sorteó al garbanzo negro, melocotón, en este caso. Difícil y complicado que buscó presa, pero Lamelas se echó la muleta a la mano izquierda y lo toreó como él sabe hacerlo. El extremeño Rafael Cerro llegó con la necesidad de dar un golpe de efecto y pechó con un lote sin opción alguna. Cerró el cartel Javier Jiménez, que dejó dos buenas tandas de naturales pero al que la espada y el puntillero terminaron con los tres avisos. Corrida deslucida pero con muchos matices.
Además, vivimos el ambiente festivo de las peñas que dan color y personalidad a la plaza corucha. La Jaca, la peña de blusón azul, tiene más de cuatrocientos socios y más de treinta años de historia. Enfrente, de rojo, la Fuerte Movida. El espectáculo está servido.