El toreo ha perdido a un hombre bueno. Sin avisar ni despedirse, como no queriéndose dar coba, Francisco Lorenzo se ha marchado antes de tiempo. Un bohemio cabal que consagró su vida a su pasión: el toreo, a pesar de todo.
Taurinos como Lorenzo ya no quedan. El tiempo los marchita y se los lleva. Jamás miró los kilómetros, las noches en carretera, los gaches sin dinero o las causas perdidas. Lorenzo era pasión encendida y trabajo desinteresado para sacar a un torero adelante. Horas de teléfono, de pedir favores, de insistir porque realmente creía en lo que hacía.
A Francisco Lorenzo los años no le pesaban, solo 74 cumplió hace apenas diez días. Y como un chaval que empieza, se volvía loco con sus toreros. Como tampoco le pesaban los viajes, los días fuera de casa. Lorenzo vivía por y para el toro. Y lo que más le honra es que jamás probó la miel de la gloria. Esa ya la conocía en sus negocios. Siempre prefirió estar con los más humildes del escalafón aunque solo fuera un quebradero de cabeza.
Pero Lorenzo, ¡cómo se te ocurre marcharte así! Contigo se marcha un baúl lleno de anécdotas, de experiencia, de bondad. Quien firma estas líneas le conoció una tarde de toros, en la plaza de toros de Cuéllar, y desde el primer minuto sintió su amistad y confianza. Les puedo asegurar que ayudó a un torero sin aparecer en los papeles y sin trincar ni media comisión. Solo por pura convicción. Y eso en el mundo del toro… Lorenzo, con la cantidad de hijodeputa que hay suelto y te has ido tú por delante.
Lorenzo se recorrió de punta a punta el mapa taurino siempre entregado por sacar adelante a su último poderdante. Sus palabras transmitían la pasión de un hombre bueno. Su andadura en el toro comenzó acompañando al torero portugués Mario Coelho junto a la familia Caminero. También, dirigió la carrera de toreros al comienzo de sus incipientes trayectorias como David Santos, Fernando Tendero, al que dio la alternativa en Cenicientos, Marco Antonio Gómez, Milagros del Perú, Ángel Puerta, Emilio Silvera, Carlos Doyagüe o Jesús Mejías. Precisamente, el pasado sábado Francisco Lorenzo se encontraba en Alés acompañando a su nueva ilusión, el novillero sin caballos Miguel Losana que le dio la alegría de ser el triunfador del Certamen Temperas. Las últimas temporadas acompañó, sin papeles de por medio, al matador de toros Javier Herrero en el que tenía depositadas grandes esperanzas.
Nombres, plazas, triunfos, fracasos. Ningún titular pero Lorenzo siempre estuvo ahí. Como lo estuvo en Villaseca de la Sagra cuando ni soñaba que sería lo que hoy es. Siempre con el pueblo donde reside la soberanía popular de la tauromaquia.
Se nos quedó una comida pendiente en Villoldo y prometo acudir en tu homenaje. La otra pasión de Lorenzo era la hostelería donde su familia ha forjado una carrera de gran éxito. Las virtuosas manos en la cocina de su mujer Pilar que junto a sus hermanas e hijos son propietarios del Grupo Villoldo que cuenta con restaurantes de éxito en Villoldo, Palencia y Madrid.
Hoy cuando comparto la noticia de que te has marchado sin avisar las palabras que más se repiten son «buen amigo», «gran persona», «buen hombre». Lorenzo, dejas un legado imborrable entre quienes te conocimos. Gracias por tu generosidad. Descansa en paz.