Descifrar una tarde pone el prestigio del escribiente en apuros. Hoy, en Torres de la Alameda, está en juego la capacidad analítica de las plumas. ¿Isaac Fonseca o Calerito? ¿Calerito o Isaac Fonseca? ¿Valor o arte? ¿Riesgo o pureza? Y por qué no, ¿no será mejor hablar de Isaac Fonseca y Calerito? Y como unión, el complemento que convierte al arte del toreo en un espectáculo inigualable.
La tarde navegaba en aguas turbulentas. Los toros no terminaban de romper, el acontecimiento de Isaac Fonseca había encogido el corazón del tendido. Nunca tanto valor fue tan puro. El águila de Guayangareo tiene en sus huevos una mina de oro. Su compromiso es tal que no mide el escenario. Por su sangre corre el mestizaje de una cultura que adoptó el toro como tótem y tiene en él el resurgir del toreo en México.
El segundo, con el hierro de López Gibaja, se llevó una ovación de salida. Hondo, con cuello, sin exageraciones en los pitones pero bien puestos y hacia delante. Isaac Fonseca salió a revientacalderas con una larga de rodillas pero ya en el capote el toro se vino por dentro sobre el pitón izquierdo. En el caballo se dejó pegar. Lo de Fonseca es un acontecimiento. Cada tarde derrama hasta la última gota de sudor y, a veces, de sangre. Después de un espectacular tercio de banderillas, el mexicano se fue a los medios para pegar un cambiado por la espalda. El toro, incierto, arrolló al torero que quedó a merced como un pelele. Inerte, sin fuerza, fue llevado a la enfermería. Pero ahí está la grandeza del torero. Con la taleguilla echa jirones, sin chaleco, volvió a la cara del toro. Qué valor, qué hombría. Valores que chirrían -y odia- la cultura woke. Fonseca tiene en sus huevos una mina de oro. Su compromiso es de figura del toreo. El público estaba asustado. Incluso le hizo pasar por el pitón izquierdo, por donde no tenía ni uno. Pincho antes de dejar una estocada a matar o morir. Quedó contraria por eso necesito de un descabello, pero la oreja fue de ley.

Qué tarde tan difícil para Fonseca. El quinto solo lo vio el. Un toro difícil, gazapón, que siempre lo tenía ahí encima. El mexicano lo dio distancia en cada tanda. Daba pánico ver al obús astifino viéndoselo llegar a toda velocidad. A Fonseca no le temblaron las piernas. Acojonante. Como el toro tenía pies, Fonseca le dio temple y distancia. Incluso el toro se puso gazapón y muy molesto para entrar a matar y tuvo que ir casi a paso de banderillas. Imposible de otra forma. Inexplicable la ovación al toro en el arrastre. Y oreja con fuerte petición para el torero que dejó su impronta en la Copa Chenel.
Calerito, en cambio, tiene la fortuna en la mano izquierda. Y precisamente el izquierdo, era el pitón pavoroso del Sorprendedor-15, el toro de Concha y Sierra que cerró la tarde. Calerito torea de categoría con el capote. Lo ve claro de salida, sacándose a los toros al tercio a la verónica con empaque y tiene gracia en las chicuelinas. Calerito es la personalidad sevillana. Comenzó la faena con un cambiado por la espalda de rodillas que ligó con un cambio de mano. Pero lo mejor estaba por llegar: pura expresión y suavidad con las telas que caló hondo en el tendido. El toro del hierro legendario fue extraordinario. Siempre a más, con profundidad en la embestida, pronto y humillador. El final, cargando la suerte al natural, cumbre de verdad, y media en buen sitio le valieron las dos orejas. Pañuelo azul para el toro. Qué gran final.

El tercero fue devuelto porque se desmoronó en el tercio de banderillas. En su lugar salió un deslucido sobrero de Concha y Sierra con el que Calerito estuvo muy firme. Lo mejor estuvo en un estoconazo de premio.
Del encierro ganadero solo se salvó el sexto, que honró a una ganadería histórica. Los de López Gibaja no sirvieron. Tan justos de fuerza que solo se defendieron. Rafael González quedó inédito. El primero de Concha y Sierra repitió en las verónicas del madrileño hasta que se dio cuenta de a donde iba. Blandeó después del puyazo en un quite de Fonseca a media altura. Así tuvo que ser en la muleta del madrileño. El animal no dio opción ni a estar mal. El cuarto, por más que lo intentó González, no tuvo ni uno. La falta de fuerzas le hizo defenderse.
Como anécdota, la terna tomó la alternativa en 2021. El director de lidia, Rafael González, no cuenta ni con un año de alternativa, un hecho único en la historia reciente de la tauromaquia.
Plaza de toros de Torres de la Alameda (Madrid). Media entrada. Toros de Concha y Sierra, 1, 3 bis, 5 y 6, blando el primero, deslucido el tercero, gazapón el quinto, y el mejor, el sexto, Sorprendedor-15, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre y López Gibaja, 2, y 4, exigente el segundo, sin un muletazo por el izquierdo; imposible el cuarto.
Rafael González, ovación y silencio
Isaac Fonseca, oreja y oreja con petición de la segunda
Calerito, vuelta con petición de oreja y dos orejas
Saludaron tras parear al segundo Juan Carlos Rey, Tito y Raúl Ruiz Bonilla por su lidia.