ADRIAN DE TORRES

Adrián de Torres: El rosa palo y oro ya no se lleva

Cenicientos jamás bramó así en los dieciséis años de historia de la plaza de toros Jerónimo Pimentel. Probablemente tampoco lo hizo antes. Los aficionados se levantaban del asiento, se echaban las manos a la cabeza, ¡cómo se puede torear tan despacio! Aquel cambio de mano fue una locura, ese natural inmenso, el derechazo sin ayuda hasta donde dan las muñecas. Todo reducido, todo a tiempo, todo a compás. En el ruedo, de rosa palo y oro, un olvidado Adrián de Torres estaba cuajando la tarde su vida.

Qué tendrá la verdad, la pureza y el corazón que cuando se muestra pone a todos de acuerdo. No hay mejor fotografía de la realidad que mirar a un tendido. Cuando Adrián de Torres se iba a por la espada para doblegar al enclasado toro de Adolfo Martín, su estatus en el toreo ya había cambiado. Sí, Cenicientos cuenta. El toro de Cenicientos puede cambiarte la vida.

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Jaquetón-50, de Juan Luis Fraile, fue un ejemplo de la historia del coso corucho que repasamos en este vídeo: la desmesurada arboladura que levanta una ovación de salida. Pero como el toro era bajo y Adrián de Torres se jugaba su carrera lo que pasó ahí queda. Dos miradas de pavor sin menear una pestaña, los pitones al pecho en medio de una embestida, el público se pellizcaba. Nada fue perfecto pero llegó al sistema límbico del tendido.

La historia con Resabiado-8, de Adolfo Martín, fue bien distinta. Aquí pudo torear largo, profundo, de mano baja pero sin descomponer su espigada figura. Alto, delgado, con cara de tieso. Y de rosa palo y oro. Ojo. Qué templanza, qué largura. Los remates fueron todo suavidad y hondura. De Cenicientos al mundo. Quién nos lo iba a decir.

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El cárdeno se llevó el premio aún sin ser el más bravo en el caballo. Fue al relance en el primer puyazo pero fue pronto y con alegría en los dos siguientes. Excelente en la muleta, eso sí. El bravo de verdad en el segundo tercio fue el de Peñajara, Bienpeinado-118 como el que ganó la concurso de 2018, tela de bueno y cuya casta y emoción aún se recuerda. Cuatro puyazos de punta a punta de la plaza fueron de premio pero a su vez le penalizó en los tercios siguientes. Ya sangraba hasta la pezuña a la salida del peto para tomar un capote con una calidad extraordinaria. Peñajara, una ganadería brava y distinta con buen bajío, además, en las corridas concurso.

Adrián de Torres lo eclipsó todo. Lo excepcional es lo que tiene. La corrida concurso marcó un hito en el ruedo y en el tendido con un lleno sin precedentes en Cenicientos. Los aficionados también disfrutaron de un buen toro de La Quinta al que hubieran hecho más caso si no hubiera salido en primer lugar. De Partido de Resina y Samuel Flores solo queda la estampa y el nombre. Sergio Serrano y David Galván hicieron un esfuerzo con ellos. Ojalá volvamos a cantar su bravura.

Ya no se ven vestidos rosa palo y oro. Los mozos de espadas dicen que son muy difíciles de limpiar. También es muy difícil torear así como lo hizo Adrián. El rosa palo y oro ya no se lleva.

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