Cenicientos volvió a marcar un hito en la temporada. Aficionados de todos los rincones del mundo taurino se dieron cita en este pequeño pueblo madrileño de menos de 2000 habitantes que durante unos días se transforma en bastión del toro con mayúsculas.
La esencia de Cenicientos está en el toro pero también en el tendido. La alegría de las peñas, las charangas. Color y música adornan las tardes donde la seriedad, la integridad y la exigencia reina en el ruedo. En 2021 volvieron los toros pero faltaba parte del espíritu corucho.
La corrida de Cuadri que abrió la feria despertó expectación en la afición: seria, honda, larga de viga. El prototipo perfecto del toro que pasta en Trigueros saliendo uno tras otro por chiqueros. Pero después de su explosiva salida, se desgasificaba según pasaban los tercios. Unos con genio, otros parados. Excepto el quinto que se desplazó con cierta nobleza aunque sin regalar nada, la tarde fue navegando hacia la desazón.
La tarde cambió en el segundo de la tarde, cuando Damián Castaño dio distancia al de Cuadri y comenzó a cuajarlo en una tanda apretada y con profundidad. Dignidad torera en la plaza que le lanzó a las ferias. En la segunda tanda, el toro vio la ventana abierta y se lo echó a los lomos, cayendo sobre el cuello en una imagen catastrófica. Afortunadamente, solo quedó en un susto -y mucho dolor en el cuerpo del salmantino los días siguientes- pero le mandaron directo al hospital para descartar lesiones de gravedad.
La moneda salió cruz y comenzaron las precauciones ante la dificultad de una corrida que se orientó en banderillas y provocó el caos. Alberto Lamelas dio la cara una vez más ante la afición corcha y Tomás Angulo navegó con un toro que no es para su concepto.
Cenicientos sigue fraguando su historia con el compromiso de defender su integridad. La del toro y la del pueblo. Desde aquellos llenos en la plaza portátil hasta el casi lleno del pasado 15 de agosto, en una plaza donde el cemento en el sol era inevitable por su desajustado tamaño a la nueva realidad, hay un camino largo y serpenteante. En este reportaje viajamos por los recuerdos, comenzando por el periodo 1999-2005, años en los que la plaza portátil se quedó pequeña para acoger la Feria del Toro.
Otros reportajes