Cuando las campanas tañen la muerte

A las 18:55h del sábado 6 de agosto las campañas de la iglesia de San Juan Bautista de Lanzahíta repicaban con la misma angustia de un grito ahogado. El toque de muerte, el tañer de la emergencia. El mismo sonido, el mismo lugar, que hace siglos avisaba al pueblo de un hecho extraordinario. Al fondo, el humo se volvía más negro por minutos. La sierra ardía y la dirección del fuego pretendía devorar este precioso pueblo del bajo Tiétar.

Lo de los toros ya era algo secundario. Qué más da ahora el festival que anunciaba a El Cid y Gómez del Pilar. Sí, el pueblo iba a llenar el tendido de la peculiar plaza de toros de Lanzahíta, iba a arroparles con su cariño, quería pedir las orejas y rabos de los novillos de José Manuel Escolar, pero ahora todo el mundo mira a la montaña.

El incendio que comenzó el día anterior en el Barranco de las Cinco Villas ya había obligado a suspender las fiestas patronales de Santa Cruz del Valle -que el domingo tenía previsto celebrar una novillada sin caballos- e hizo lo propio con Lanzahíta. El fuego, desbocado, aún amenaza a Santa Cruz y San Esteban, por el flanco de Gredos, y a Lanzahíta y Pedro Bernardo por el del Tiétar.

La vida se marcha,
cuando las campanas tañen la muerte. 

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