San Esteban del Valle: El legado no se negocia

La llegada a Ramacastañas nos avisa del comienzo del Puerto del Pico, montaña que se sitúa en el sector oriental de la Sierra de Gredos y que desemboca, previo paso por pueblos como San Martín del Pimpollar o Navarredonda de Gredos, en la magnífica Laguna Grande. Un paraíso natural que comunica el Valle del Tiétar con el Valle del Alberche y que, en su serpenteante camino, nos deja a su paso el barranco de las Cinco Villas. Como balcones que miran sin miedo al abismo se levantan Mombeltrán, Santa Cruz del Valle, Villarejo del Valle, Cuevas del Valle y San Esteban del Valle, nuestro destino en este viaje por los designios del toro.

La identidad cultural mantiene a los pueblos vivos. Así debe entenderse su supervivencia después de décadas gobernando de espaldas al campo. Cuanto más pequeños, más unión. La sociedad cambia, el pueblo evoluciona pero en San Esteban del Valle se mantiene el legado que dejaron sus antepasados. Por eso, la plaza de toros sigue ubicándose en la plaza del Ayuntamiento como hace más de un siglo. Y se monta con el mismo procedimiento: palos, tacos, listones y un toldo para proteger del calor de julio que recuerda a la Petatera mexicana.

Sí, pueblos como San Esteban del Valle son el germen de la afición primera. El contacto directo con el toro en su vertiente más popular. Una novillada sin caballos de dos novillos, dos novilleros que se visten de toreros en el Salón de Plenos del Ayuntamiento cuyo balcón hace a su vez de presidencia y un ambiente que sería de fiesta si no fuera porque en la misma mañana del festejo un vecino fue volteado de forma violenta por el primer novillo del primer encierro postpandemia, ocasionando graves lesiones. Al comienzo de la novillada su estado era crítico pero, desgraciadamente, falleció a la mañana siguiente.

Vídeo: Así son los toros en San Esteban del Valle

Con este ambiente salieron en hombros Miguel Andrades, de afiladas patillas y perfil en blanco y negro, y Estrella Magán. La novillada, de Antonio San Román, embistió y dio confianza a las jóvenes promesas. El serio y hondo berrendo en colorado primero fue para llevárselo a casa. Y después, la tradicional suelta de vaquillas o lo que es lo mismo, el juego del pueblo con el toro.

Viajar y empaparse de las tradiciones permite descubrir cosas fantásticas. En este pueblo de Ávila se celebra El Vítor, una procesión nocturna en honor al mártir San Pedro Bautista. Este rito se celebra sin alterar ni un ápice su esencia desde 1627, año en que se beatificó a este misionero franciscano que salió de San Esteban del Valle para predicar en Japón. En Nagasaki fue asesinado después de sufrir un horrible martirio. Hoy se venera la reliquia de su Santa Cabeza en la capilla del Santo.

El fuego de las antorchas, las campanas, la música, el pueblo vitoreando al santo. El olor a tea quemada inunda las calles. La noche nos ha cogido mientras el pueblo canta la misma estrofa:

Gloria, gloria a San Pedro Bautista,
de Castilla hermosísima flor,
diplomático ilustre de España,
protomártir de Cristo en Japón.    

Los caballos están preparados. Las chispas de las herraduras destellan por la calle de la Cuesta mientras suben al galope buscando el honor de llegar el primero a la iglesia de San Esteban Protomártir. El legado no se negocia en San Esteban del Valle.

Imagen de otra época: Los trastos descansan en la puerta del Salón de Actos del Ayto

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