La carretera comenzó a complicarse cuando dejamos atrás Cervera de Pisuerga. Un viaje tranquilo y agradable a pesar del chaparrón que nos acompañó durante los casi 500 kilómetros que nos separaba de nuestro objetivo se tornó en pendientes, curvas, riscos escarpados de piedra caliza, nieve. El GPS lo advirtió: una hora y veinte minutos para completar 60 kilómetros que nos faltaban para llegar a Pesaguero, en el corazón del valle de Liébana. Cantabria auténtica. -Reportaje Pesaguero: toros en el paraíso-.
Las nubes y un frío que cortaba no nos dejó disfrutar del Mirador de Piedrasluengas desde donde se aprecia toda la comarca hasta los beligerantes Picos de Europa, con sus cumbres nevadas a punto de comenzar mayo. Esta primavera tardía nos deja una escena peculiar: castaños sin hojas y almendros en flor. El río Bullón atraviesa con la fuerza que le proporcionan las últimas -y benditas- lluvias, camino de encontrarse con el Deva a la altura de Ojedo. Un paraíso natural.
Lerones: 40 habitantes y una plaza de toros de 1400 espectadores
Sí, hemos recorrido media España en busca de una plaza de toros portátil, ¿y qué? El trasfondo tiene miga. El primer festejo de la historia de Pesaguero ha causado un revuelo en toda la comarca. Todos los comercios, ventas y restaurantes de las pequeñas poblaciones que nutren de vida Liébana se llenan de carteles del acontecimiento. En realidad, la plaza se ubica dentro de uno de los once municipios que compone Pesaguero: Lerones. Un pueblo de 40 habitantes va a meter en una plaza de toros a casi 1.400 personas. Un hito que tiene la explicación en una organización casi perfecta.
En la calle se habla de toros. En el entrañable mesón El Laurel de Caloca -56 habitantes- se venden entradas de cinco en cinco la tarde anterior. En Potes maldicen el tiempo por si se suspende el festejo. Jóvenes y adultos tienen la ilusión de vivir con pasión una tarde de toros. Muchos de ellos será la primera vez que pisen un coso taurino.
Y esa alegría se transmitió en el tendido. El pueblo, en los toros. ¿Más o menos exigentes? Hoy era el día de que el toreo volviese a ser la fiesta popular que nunca debió perderse en plazas de tercera y cuarta categoría. El toro volvió al pueblo y el pueblo les devolvió el cariño y el calor que tanta falta hace. «¡Alcalde, la semana que viene queremos otra!», gritaba una señora desde el tendido antes de que saliese el sexto. Este es el argumento que venimos defendiendo desde hace años: la afición nace en el pueblo.
Daniel Medina, debut ilusionante
El festejo, además, tenía el aliciente del debut con caballos de Daniel Medina, un joven novillero vallisoletano que ha despertado mucha ilusión por su pureza, naturalidad y una torería impropia para su edad. Le acompañaron en el cartel Guillermo Hermoso de Mendoza a caballo y Christian Parejo, chiclanero de nacimiento y francés de adopción profesional. Allí ha cuajado su toreo desde que triunfara sin caballos. En 2021, su primera temporada con los del castoreño, cinco de los seis festejos en los que se anunció fueron en suelo galo.
Un pueblo entregado, una pasión desbocada, un paisaje más propio del paraíso y una novillada que colgó el No hay billetes son los argumentos con los que Pesaguero pone su rúbrica a una pequeña página -o quizá apenas un párrafo escondido entre la vehemencia de las grandes plazas- de la Historia del toreo.
«Pesaguero: toros en el paraíso», reportaje publicado en Mundotoro por Marcos Sanchidrián 25/04/2022