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Diario de un confinado (XXXIX). El vagamundo

Miércoles, 22 de abril. Trigésimonoveno día desde que se decretó el Estado de Alarma nacional. -Lee El Vagamundo-.

Hay días en los que escribir se hace cuesta arriba. El miedo al folio en blanco. Los ánimos o la fuerza comienza a tambalearse. 40 días en un bucle eterno. Maldito pleonasmo. No es mi día, no me lo tomen en cuenta.

Los días pasan sin solución de continuidad. Los ojos miran sin ver la pantalla del ordenador. Emails, reunión, informes. Las nueve de la noche. Aún es de día. Salgo a la ventana, tomo aire. Hay que volver un rato más porque sino mañana será terrorífico. Y lo que es peor: la noche. La cabeza es más traicionera que el corazón. 

El estrés ahoga la inspiración. No es compatible. El bohemio nunca llegó a tiempo a la fábrica al toque de silbato. El vagamundo vagó… Sin día, sin hora. Sin hogar. Su casa es el tiempo, que lo desgrana y saborea. Paladear el tiempo, qué cosa. Recrearse en el movimiento de una mano flamenca. Despacio. La prisa se inventó para llegar tarde.

La vida es una, grande y libre. No me llames facha, la camisa azul la dejé planchada en el armario. Mientras estamos encerrados, la vida sigue pasando. Las horas, los minutos, los segundos. Qué ganas de disfrutar de un segundo. Una copa de vino, dos, tres, las que haigan falta. Hablar de nada. Arreglar España con dos voces y un “mecagüenros”. “Niño, ponte un torreznito de aperitivo”. Oh, el torrezno, maravilla. “Hombre, artista, ¿qué tal? ¿Su señora de usted, bien?”.  “A esta invito yo”. “Pues para ti”. Aperitivo, comida, cubatas, merienda, cena y cubatas. La vida.

No es día para mirar al Congreso, quiero mirar a la calle. Quiero mirar a la vida que nos arrebató la globalización. De Wuhan a Madrid, con transbordo en una Moncloa incompetente e inoperante. Lo mejor es que una crisis así se llevará por delante a todos los políticos. A todos. Lo triste es que no los van a echar los más de 21.000 muertos, sino que lo hará la crisis económica que ya estamos sintiendo en nuestras propias carnes.

El mundo es un pañuelo. En un planeta global, la miseria corre más rápido que la riqueza. Empezaremos de cero. Construiremos algo nuevo. Pero, parafraseando a Sabina, no nos toquen los cojones.

Diario de un Confinado

Diario de un Confinado XXVII. Túnicas colgadas.
Diario de un Confinado XXVIII. Juan Simón.
Diario de un Confinado. XXIX. Maestranza de luto.
Diario de un Confinado. XXX. El «mozoespás».
Diario de un Confinado XXXI. Se busca extraterrestre.
Diario de un Confinado XXXII. Tezanos y el aprobado general.
Diario de un Confinado XXXIII. Talento sin paguita.
Diario de un Confinado XXXIV. Volvamos al huerto.
Diario de un Confinado XXXV. El patetismo.
Diario de un Confinado XXXVI. Populismo de balcón.
Diario de un Confinado XXXVII. La profecía.
Diario de un Confinado XXXVIII. Asamblea estudiantil.
Diario de un Confinado. XXXIX. El vagamundo.

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