bola magica

Diario de un confinado (XXXVII). La profecía

Lunes, 20 de abril. Trigesimoséptimo día desde que se decretó el Estado de Alarma nacional. -Lee La profecía-.

El guión sigue su curso. Después de las polémicas declaraciones del jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil en las que afirmó que una de las líneas de trabajo es “minimizar el clima contrario al Gobierno” por la gestión del coronavirus, hoy hemos presenciado un hecho que sería ridículo de no ser por su importancia. “En mis 40 años de profesión, de servicio contra el terrorismo de ETA, en misiones en el extranjero… si hay una cosa que he aprendido es que lo primero son las personas. No hay ideologías. Todos los que estamos aquí, todos ustedes y nosotros somos un equipo”. Y acto seguido, un aplauso de los miembros del Comité Técnico. Esto no es ningún patio de colegio, ni la exposición de un Trabajo de Fin de Grado. Si tan orgullosos y emocionados están, ¿por qué el Gobierno ha vetado preguntas al General? ¿Hay algo que ocultar en el lapsus del número dos de la Guardia Civil? Como ven, la desvergüenza ha llegado a un plano superior. 

Esta mañana, he tenido la oportunidad de escuchar al escritor José María Ridao hacer una reflexión muy acertada. Lo único innegocible de lo que nos encontremos una vez que salgamos del confinamiento debe ser la vuelta a la normalidad institucional. Que salgamos con mascarilla o no nos podamos abrazar será anecdótico dentro de la nueva normalidad a la que tendremos que hacer frente. Lo que no se debe es aprovechar el Estado de Alarma para tocarnos nuestros derechos y libertades.

Otra reflexión de Ridao es que adivinar cuándo o cómo terminará este confinamiento o esta pandemia entra dentro del ámbito de la profecía. Ningún país occidental ha salido aún de esto. Los científicos siguen investigando y rebuscando los motivos pero, eso sí, hay tertulianos que parece que tienen la bola mágica. De hecho, Carlos Herrera se ha atrevido a predecir esta tarde que seremos todos libres en julio. Toma ya. Tanta irresponsabilidad es para el que sale de casa y pone en riesgo la vida de los demás, como el que se aventura a adelantar qué será de nosotros dentro de dos meses. La profecía.

El insomnio del domingo

Anoche, para intentar relajarme antes de las duras noches de domingo, intenté desconectar con una película que tenía su cosa: encuentro de dos titanes como Arturo Fernández y Paco Rabal. Truhanes, apunten el nombre. El galán Gonzalo (Arturo Fernández) termina en la cárcel por una estafa y se encuentra con el más veterano del presidio, Ginés (el inolvidable Paco Rabal). A partir de ahí, pueden imaginarse… Gonzalo pide el auxilio a Ginés a cambio de que le ayudará a retomar su vida cuando salga de prisión. Y fuera ya se encarga Ginés de encontrar a Gonzalo… Genios.

Las noches de los domingos se han convertido en una velada oscura. Las sombras e incertidumbres se agolpan ante la inminente amenaza del lunes. Luego, resulta, no es para tanto pero la cabeza traiciona los sueños. Una vuelta, otra vuelta. El silencio y la oscuridad. En la cabeza retumba el eco de los pensamientos. “Que se haga ya de día”. 

Diario de un Confinado

Diario de un Confinado XXV. La hora de Belmonte.
Diario de un Confinado XXVI. Somos del tiempo.
Diario de un Confinado XXVII. Túnicas colgadas.
Diario de un Confinado XXVIII. Juan Simón.
Diario de un Confinado. XXIX. Maestranza de luto.
Diario de un Confinado. XXX. El «mozoespás».
Diario de un Confinado XXXI. Se busca extraterrestre.
Diario de un Confinado XXXII. Tezanos y el aprobado general.
Diario de un Confinado XXXIII. Talento sin paguita.
Diario de un Confinado XXXIV. Volvamos al huerto.
Diario de un Confinado XXXV. El patetismo.
Diario de un Confinado XXXVI. Populismo de balcón.
Diario de un Confinado XXXVII. La profecía.

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