Rafael de León

Diario de un confinado (XXIV). El poeta marginado

Martes, 7 de abril. Martes Santo. Vigésimocuarto día desde que se decretó el Estado de Alarma. -Lee El poeta marginado-.

En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo:
– En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar.

Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.

Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:

– Señor, ¿quién es?

Le contestó Jesús:

– Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado.

Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:

– Lo que vas hacer, hazlo pronto.

Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús:

– Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: “Donde yo voy, vosotros no podéis ir”»

Simón Pedro le dijo:

– Señor, ¿a dónde vas?

Jesús le respondió:

– Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde.

Pedro replicó:

– Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti.

Jesús le contestó:

– ¿Con que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces.

San Juan 13,21-33.36-38

Tres. Las tres del Martes Santo: San Benito, la Candelaria y la Bofetá. La madrugada no las verá recogerse. Ni cruzarán las demás hermandades la noche del viernes la Plaza Nueva, camino de La Campana. Ni Triana olerá a sal de la Esperanza marinera.

Viajamos a Sevilla siguiendo las huellas de un poeta marginado. De un poeta brillante que quedó apartado por una losa de bandos, de guerra, que aún late en algunos corazones inertes. Rafael de León es el poeta de la copla. El autor de centenares de canciones que han superado la barrera de la censura, del tiempo, de los intérpretes. Hay “canciones matrices, es decir, nos moriremos nosotros y se seguirán cantando”, decía el maestro Quiroga.

La copla tiene su germen en la canción española, la gran aportación de nuestro país a la música, llamada con cierto desprecio, la tonadilla, un cante ligero que tuvo su esplendor en el Siglo de Oro La copla es género grande que menospreciaron al vincularlo al Régimen. El delito de las folclóricas fue ir a la función de Navidad del Pardo a recitar sus éxitos. ¿Dónde estarían los artistas de la ceja, los del No a la Guerra y el Prestige, hace 60 años? Desfilando por delante del bigote del Caudillo.

Rafael de León, de aristócrata linaje -VIII marqués del Valle de la Reina, VII marqués del Moscoso y IX conde de Gómara- y homosexual, conoció el desprecio de los dos bandos. Los republicanos lo metieron en la cárcel Modelo de Barcelona durante la guerra civil por una falsa acusación de pertenecer a Falange y durante el franquismo, tuvo que sufrir la férrea censura en sus canciones.

El poeta sevillano formó tándem con Quintero y el maestro Quiroga, los más buscados por la primera línea compuesta por Juanita Reina, Marifé de Triana, Miguel de Molina, Pastora Imperio, Estrellita Castro, Imperio Argentina, Manolo Caracol y, sobre todo, doña Concha Piquer que comenzó a construir su mito a su vuelta de Nueva York, donde partió con apenas 13 años. Doña Concha les debe mucho al magnífico trío. Quintero, León y Quiroga. Otros grandes compositores que merecen mención son Ochaíta, Valerio y Solando o el inolvidable argentino-sevillano Salvador Valverde. ¿Por qué firmaban tres las canciones? Porque uno se encargaba de la escenografía (Manuel Quintero), otro de la letra (Rafael de León) y el tercero de la música (Maestro Quiroga). Así las registraban y así se dividían los emolumentos.

De la pluma de Rafael de León salen canciones capitales como María de la O, Tatuaje, Y sin embargo… Te quiero, Triniá, Ay Maricruz, Ay pena, penita, pena… Canciones que forman parte de nuestras vidas como Ojos Verdes que tuvo que esquivar la censura cuando la copla era inmoral. Seguro que han escuchado las dos versiones: “Apoyá en el “quisio” de la “mansebía”“Apoyá en la puerta de tu casa un día”… prostitución, femme fatale, mala vida o la homosexualidad eran los temas velados de estas dramáticas composiciones tan mal vistas.

Rafael de León perteneció de facto a la Generación del 27. Su estrecha relación con Federico García Lorca inspiró su obra. ¿O fue al revés? Quién sabe. La categoría de su composición artística lo convierte en el poeta del pueblo, que reflejó a Sevilla, a Andalucía, que convirtió la cultura en accesible para el mundo. Las ventanas que daban a los corrales de vecinos arrojaban el eco de María de la O o de Rocío, mientras las mujeres hacían las labores. Radio de cretona, parafraseando a Antonio Burgos. De hecho, había carteles para ofrecer trabajo de servicio en casas pudientes que decían textualmente: “Buscamos señora que no cante a todas horas María de la O”. Mi España, te tengo que querer.

Un genio, en el olvido de los recuerdos.

Diario de un Confinado

Diario de un Confinado I. El coronavirus y la igualdad.
Diario de un Confinado II. Lola, Manolo, Litri y una dorada de bandera.
Diario de un Confinado III. Un cajón desastre.
Diario de un Confinado IV. Oda al teletrabajo y al sofrito.
Diario de un Confinado V. La normalidad es un milagro.
Diario de un Confinado VI. Unas cañas virtuales.
Diario de un Confinado VII. Un mitin en prime time.
Diario de un Confinado VIII. Hospital de guerra.
Diario de un Confinado IX. Sin decir adiós.
Diario de un Confinado X. La mandanga del «Caña».
Diario de un Confinado XI. La vida en una enfermería.
Diario de un Confinado XII. Ni una lágrima.
Diario de un Confinado XIII. La primavera no quiere romper.
Diario de un Confinado XIV. La purga.
Diario de un Confinado XV. Madrid te necesita.
Diario de un Confinado XVI. El aplauso de las 19:58.
Diario de un Confinado. XVII. Llover de rabia.
Diario de un Confinado XVIII. Feminismo de oficio.
Diario de un Confinado XIX. La última de la clase.
Diario de un Confinado XX. Viernes de Dolores.
Diario de un Confinado. XXI. Sánchez y el sueño húmedo de El Pardo.
Diario de un Confinado XXII. Domingo sin palmas ni ramos.
Diario de un Confinado. XXIII. La Fe de Lola.

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