Sábado, 4 de abril. Vigésimoprimer día de Estado de Alarma que se alargará, como mínimo, hasta el 26 de abril. Los sábados se han convertido en el día del mitin de Pedro Sánchez que ha decidido suspender el Telediario de las 15 horas. Se ha apropiado de la hora del Telediario. Ya sabemos que a Sánchez y a su séquito les repele la libertad y el derecho a la información. Los que criticaron el plasma de Rajoy. Son la misma cosa. Póngala ustedes el nombre. -Lee Sánchez y el sueño de El Pardo-.
La crisis de confianza en los políticos es terrorífica. El pueblo no se los cree. A ninguno. Cuando los políticos dejan de ser personas ilustradas y ejemplares, y son sustituidos por sucedáneos de vividores, cuando sus privilegios son mayores que los de la gente. ¿Por qué? Todos los sistemas políticos en la Historia tuvieron una decadencia donde el abuso de poder hace que el pueblo responda, se levante, despierte. Esta pandemia puede azuzar mucho más que una crisis económica. Hay una brecha social, de desconfianza en el sistema, de asco por los políticos. Cuando el pueblo pierde el respeto de sus gobernantes está preparada para cometer cualquier barbaridad.
El Mundo, ABC, La Razón, Voz Pópuli, EsRadio, Libertad Digital, entre otros medios, han decidido dejar de prestarse a la pantomima de preguntar en ruedas de(sin) prensa, que censura y filtran preguntas por el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver. El brazo armado de Iván Redondo. Hoy, Iván El Terrible ha tenido la brillante idea de parafrasear a Kennedy. Están peor de lo que imaginábamos. Sánchez, nuestro Kennedy. Lo terrible es que lo ha parafraseado sin mencionarlo. Ha utilizado una de sus frases más célebres: “Deberemos pasar del qué pueden hacer los demás por mí al qué puedo hacer yo por los demás”. El fraude Cum Laude de su tesis, sigue sobrevolando su curriculum. La indecencia llega al punto de que el ínclito Sánchez, tan encantado de haberse conocido, él, su persona, lee por el cue las respuestas de algunas preguntas. Además, como es mal actor, se le nota. Hoy ya se quitó la corbata gris de la semana pasada y lució la morada. La camisa azul, porque el azul genera confianza. Mentes básicas de manual. No está dispuesto a lucir luto por 11.744 españoles muertos. Ni las banderas a media asta, ni un crespón negro en la de España.
Su tono paternalista hacen un guiño a los grandilocuentes discursos de Chaves o Fidel. Aló Presidente. Intervenciones de cerca de dos horas. El discurso leído por cue, artificial pero que intenta ser cercano. Yo, el presidente, mi persona -como se autodice-, nos habla como su fuese imprescindible en nuestra vida. Partido-Gobierno-Estado, todo en una misma figura. Su actitud recuerda a otros tiempos donde el pueblo escuchaba al líder con sincera devoción. Sánchez, en el fondo, sueña con asaltar El Pardo.
Taurino (aunque no lo parezca)
Otra noticia triste es que ha muerto Luis Eduardo Aute. El diario El País, siempre tan parcial, publica un tweet de un extracto de un artículo de Fernando Íñiguez: “Aute, fumador empedernido y aficionado taurino (qué poco le pegaba) muchas veces se tomaba a sí mismo en broma”. ¿Cómo que no le pegaba? ¿Qué tiene que tener para que le pegue ser aficionado a los toros? ¿Un bárbaro con lanza y entrecejo? ¿Una lengua viperina?
Frases como estas son las que desde hace décadas entran en el subconsciente de la población y la aleja de la tauromaquia. No es de hoy. Panfletos como este escupen su bilis, con una superioridad moral que asusta, y la gente ya lo ve como algo normal. Os imagináis un obituario que dijese: “Pepito, fumador empedernido y gay (qué poco le pegaba) muchas veces se tomaba a sí mismo en broma”. ¿Qué hubiese sucedido? Lo más seguro es que el periódico censuraría sus palabras y, probablemente, el tal Íñiguez sería señalado y no volvería a escribir en ningún periódico.
El mundo del toro llega tarde a esta batalla de una guerra que para los mascotistas y la industria del veganismo comenzó hace una par de décadas, cuando los cigarros puros, los cheques con fondos y los ladrillos construían temporadas artificiales que se cayeron con el boom. En su visión cortoplacista, el toro soñaba con San Isidro. La mayoría veía con esperanza la fecha. Otras como Sevilla hablaban abiertamente de componer un abono en septiembre. Los pitones de los toros no les dejan ver la profundidad de este drama. Lo más probable es que en 2020 ya no haya ni un festejo taurino más, sin precedentes ni durante la guerra civil.
Si aplicamos la lógica, el presidente del Gobierno ha anunciado que al Estado de Alarma que se alargará hasta el 26 de abril, le sucederán sucesivos hasta que la situación pueda controlarse. Después, si es que esto pasa alguna vez, la reincorporación será progresiva a una nueva normalidad. ¿De verdad que ustedes se meterían en una plaza de toros con 10.000 personas en septiembre? La coherencia dice que no se permitirán eventos masivos hasta dentro de bastantes meses por el riesgo real de rebrote. Pero lo más importante es que aún no hemos salido de esta.
Los sábados de confinamiento se han convertido en algo habitual. El tiempo pasa mucho más deprisa que los primeros fines de semana. Descansar también es un derecho. Hoy de menú, pollo asado. El pollo al horno bien hecho es un manjar difícilmente superable. No sé si es por el pollo o por las patatas, la cebolla, los pimientos y la zanahoria que hay debajo, pero me sabe a gloria.
La pedorra de la vecina sigue con la música a todo trapo. No sé donde tendrá la tara, pero que se lo haga mirar.
El Diario de un Confinado
Diario de un Confinado I. El coronavirus y la igualdad.
Diario de un Confinado II. Lola, Manolo, Litri y una dorada de bandera.
Diario de un Confinado III. Un cajón desastre.
Diario de un Confinado IV. Oda al teletrabajo y al sofrito.
Diario de un Confinado V. La normalidad es un milagro.
Diario de un Confinado VI. Unas cañas virtuales.
Diario de un Confinado VII. Un mitin en prime time.
Diario de un Confinado VIII. Hospital de guerra.
Diario de un Confinado IX. Sin decir adiós.
Diario de un Confinado X. La mandanga del «Caña».
Diario de un Confinado XI. La vida en una enfermería.
Diario de un Confinado XII. Ni una lágrima.
Diario de un Confinado XIII. La primavera no quiere romper.
Diario de un Confinado XIV. La purga.
Diario de un Confinado XV. Madrid te necesita.
Diario de un Confinado XVI. El aplauso de las 19:58.
Diario de un Confinado. XVII. Llover de rabia.
Diario de un Confinado XVIII. Feminismo de oficio.
Diario de un Confinado XIX. La última de la clase.
Diario de un Confinado XX. Viernes de Dolores.