Otro toreo existe. El de los pueblos, con sus plazas de talanqueras; el del toro grande y el billete chico; el de las peñas y la charanga. Nuestro compañero Marcos Sanchidrián está haciendo un recorrido por esas otras plazas que no llegan a los titulares pero son donde se mantiene la esencia del toreo y son el verdadero cultivo de la afición.
Porque sin los pueblos no existirían las grandes ferias. Aunque vivimos la gran crisis de la «desertización» del campo, donde emigrar a la ciudad es una obligación, los pueblos siguen manteniendo su esencia. Su propia personalidad. Cada rincón es único.
Empezamos esta aventura en una plaza con encanto: Lanzahíta. En el corazón del Valle del Tiétar, entre los pueblos toristas del Terror y la amable y preciosa Candeleda, se encuadra este peculiar pueblo donde pastan los toros de José Escolar en la finca Valtiétar. Merece la pena descubrir una plaza de toros que se ha mantenido en la plaza del pueblo desde hace décadas. Un rincón entre Ávila, Madrid y Toledo donde parece que se paró el tiempo.